domingo, 27 de mayo de 2007

El espejo que huye, de Giovanni Papini*.

Hay ciertas obras que, a pesar de no ocupar un lugar destacado en las listas de la literatura universal, en lo que refiere mas a fama y repercusión que a prestigio y riqueza, son envueltas en un movimiento casi ajeno casi intimo que las empuja a través del tiempo y las generaciones, por pura empatía o seducción. Hipnotismo, amor o influencia; sea como fuere, la obra de Giovanni Papini es una de ellas. Y aquellas manos íntimas que han sabido conducirlas son las de otro que, quizás con más fortuna, sí ocupa un lugar de privilegio. Ese otro, el mismo, es Jorge Luis Borges.
Borges, gran conocedor de este tipo de movimientos, de estos secretos pasajes, pases de magia casi, ha prologado, para la colección de literatura fantástica que el mismo dirigía, allá por el año 1978, a la que tituló “La Biblioteca de Babel”, este libro que, por esos giros inesperados del arte y el tiempo unen ciertos acontecimientos o personalidades en un mismo tono poético que excede todas las clasificaciones.
Dijo Borges, como si enunciara cualidades que también son rasgos de su propia obra: “Sospecho que Papini ha sido inmerecidamente olvidado. Los cuentos de este libro proceden de una fecha en la que el hombre se reclinaba en su melancolía y en sus crepúsculos, pero la melancolía y los crepúsculos no han cesado aunque ahora el arte los vista con disfraces distintos”

*El ejemplar, numerado incluso, pertenece a la primera edición

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